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Landaree

Hipocresía

Hipócrita. Fascista. Demagogo. Ten siempre a mano estas tres palabras si deseas destacar en el arte del debate mediocre pero contundente. De hecho, tenlas a mano para cualquier situación en la que no sepas muy bien qué responder, pero quieras "dejar al otro en su sitio". ¡Ah!, y no te molestes en buscar su significado e intentar aplicarlo sólo si el contexto lo permite; no es necesario, son acusaciones "comodín": las usas, y quedas como un rey. Puedes usarlas de una en una, combinando dos de ellas, o incluso hilvanando una frase que contenga las tres; probablemente no sea muy difícil.

Pero hoy me centro en la hipocresía; o, más específicamente, en los "caza-hipócritas"; o, todavía más específicamente, en los que van de sinceros.

La palabra "sinceridad" es, en realidad, algo así como el cuarto comodín: no importa las burradas que digas, lo estúpida que sea tu opinión o comentario (ni lo consciente que seas de su estupidez), ni las escasas posibilidades que tengas de defender la validez del mismo con razones más elaboradas: dí que "estás diciendo lo que piensas, tal como lo sientes" y, una vez más, quedarás como un rey. Automáticamente te ganarás el aplauso de la infinidad de personas que tienen un concepto igualmente retorcido de la sinceridad, y eso vale muchos puntos en cualquier debate; por lo menos, en cualquier debate mediocre pero contundente, ya digo.

Veamos un ejemplo hipotético: un amigo o conocido que está gordo, por la razón que sea, va y te pregunta si le ves gordo. ¿Qué dos respuestas se plantean, dentro del marco de la sinceridad en su concepto más amplio?

A) "Sí"

B) "No sólo estás gordo, sino que eres un puto gordo seboso, una jodida bola de grasa, me das asco de sólo mirarte, pedazo de tonel, cacho elefante, vacaburro"

¿Son sinceras las dos respuestas? Sí, las dos están diciendo que efectivamente le ves gordo. ¿Pero cuál se limita a ser sincera, y cuál persigue en realidad algo más que ser sincero?

Con cierta frecuencia me encuentro en los foros y chats de Internet a gente borde, maleducada, malintencionada y sumamente tendenciosa, que a la mínima oportunidad sacan la carta de triunfo de la "sinceridad": "yo siempre digo lo que pienso, aunque caiga mal, me da igual como caiga, la sinceridad es lo primero...".
Excepto que, en la gran mayoría de los casos, en el fondo su prioridad no es decir lo que piensa, sino establecer (o mantener) una fachada. Porque lo de la sinceridad, lo de "no tener pelos en la lengua", mola mazo, te da un aura de honestidad tal que, literalmente, tienes carta blanca para decir cualquier barbaridad que se te ocurra, y alegar sinceridad en tu defensa; cierto, no todos se lo tragan, pero si eres hábil y lo acompañas de ciertos trazos del típico "tipo sencillote que no se complica la vida, que ve las cosas claras y llama al pan pan y al vino vino", siempre tendrás tu pequeña cohorte de admiradores, que acudirán en tu ayuda diciendo "por lo menos él dice lo que piensa, no como otros".

Por supuesto que existen personas verdaderamente sinceras; y por supuesto que a veces no hay más remedio que decir verdades que pueden resultar ofensivas; pero la diferencia entre el sincero real y el posado, es que el primero tiene el valor de decir la verdad pese a las consecuencias, y el segundo es un cobarde que se esconde tras su fachada de sinceridad precisamente para evitar esas consecuencias.

Y es tristemente cierto que hay mucho hipócrita suelto; pero por cada hipócrita que corre por ahí, hay al menos dos "caza-hipócritas" que van de sinceros para ocultar su propia hipocresía, como filisteos persiguiendo los pecados de los demás.

Algunos, en su afán por entender el verdadero valor de la sinceridad, se han convertido en caza-hipócritas. Yo temo acabar convirtiéndome en un caza-cazahipócritas.

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