Reloaded
Hacía más de un año que venía usando el nick en todas partes, y hasta cierto punto me enorgullecía de él: mezcla de dos sustantivos ya de por sí inusuales, la nueva palabra era un pseudónimo fácil de recordar, sonoro y hasta resultón, pero al mismo tiempo ambiguo e indefinido. Aséptico. No revelaba nada, no hacía presuponer nada y, lo más importante de todo, no significaba nada. O, al menos, eso creía yo.
Hay gente que prefiere adornarse constantemente con todo tipo de simbologías que vayan declarando por adelantado su carácter, su forma de pensar, sus aficiones, sus estados de ánimo... desde la chulería -a menudo caricaturesca- de un nick como "Pichabrava", pasando por firmas gráficas con un jugador del Real Madrid o smileys tocando la guitarra, hasta las inmensas parrafadas que se gastan algunos a modo de nick MSN: un poema, una cita célebre, un recordatorio a la "pixurri a la que kiero mazo, osea de verdá"... en fin, me queda por ver una lista de la compra. Todo se andará.
En realidad no tengo nada en contra de la imagen, pues ayuda a reconocer a la persona. Pero en mi caso opté por asegurarme de que no hiciera nada más; ya me encargaría yo de mostrar, en el momento, si estaba triste o alegre, si bromeaba o hablaba en serio, si me iba la filosofía japonesa o el death metal, si me iba a dormir o a cagar. De ahí que buscara un nick absolutamente indescifrable.
Pero los del Google, malditos sean, han debido mejorar su motor de búsqueda, y donde hace un año mi nick sólo aparecía en webs donde yo me había registrado y participaba con cierta frecuencia (señal de que, en efecto, no era una palabra común y con significado), ahora aparece también en una web alemana que, para mi desgracia, informa al visitante de que la palabreja que escogí significa "coles frías y mustias".
Y como que no, vamos.
En verdad lamento deshacerme de mi nick, pero me anima la intriga de poner en práctica ese experimento tan típico en Internet, el juego de las identidades: entrando como una persona desconocida en la comunidad que ya me había aceptado, y de hecho siendo fiel al mismo comportamiento por el que se me aceptó la primera vez -de todos modos no podría tener otro, no tengo tripas para eso-, ¿se me aceptará nuevamente? ¿Volveré a hacer las mismas amistades (y enemistades)? ¿Acabaré teniendo el mismo rol? De hecho ya he empezado, pero de momento no puedo aspirar más que a pasar de puntillas por la típica y suspicaz "iniciación" en la que el mínimo movimiento en falso te puede hacer ganar la siempre generosamente repartida etiqueta de "troll".
También lamento tener que deshacerme de algunas viejas cuentas, pero cuando yo hago "borrón y cuenta nueva"... lo hago a conciencia. Eso sí, no publicaré este artículo (ni el siguiente, que en realidad ya había publicado) porque los considero excesivamente irrelevantes salvo para quien tenga la santa paciencia de leer más allá del tercero, con el que había pensado inaugurar este nuevo weblog.
Hay gente que prefiere adornarse constantemente con todo tipo de simbologías que vayan declarando por adelantado su carácter, su forma de pensar, sus aficiones, sus estados de ánimo... desde la chulería -a menudo caricaturesca- de un nick como "Pichabrava", pasando por firmas gráficas con un jugador del Real Madrid o smileys tocando la guitarra, hasta las inmensas parrafadas que se gastan algunos a modo de nick MSN: un poema, una cita célebre, un recordatorio a la "pixurri a la que kiero mazo, osea de verdá"... en fin, me queda por ver una lista de la compra. Todo se andará.
En realidad no tengo nada en contra de la imagen, pues ayuda a reconocer a la persona. Pero en mi caso opté por asegurarme de que no hiciera nada más; ya me encargaría yo de mostrar, en el momento, si estaba triste o alegre, si bromeaba o hablaba en serio, si me iba la filosofía japonesa o el death metal, si me iba a dormir o a cagar. De ahí que buscara un nick absolutamente indescifrable.
Pero los del Google, malditos sean, han debido mejorar su motor de búsqueda, y donde hace un año mi nick sólo aparecía en webs donde yo me había registrado y participaba con cierta frecuencia (señal de que, en efecto, no era una palabra común y con significado), ahora aparece también en una web alemana que, para mi desgracia, informa al visitante de que la palabreja que escogí significa "coles frías y mustias".
Y como que no, vamos.
En verdad lamento deshacerme de mi nick, pero me anima la intriga de poner en práctica ese experimento tan típico en Internet, el juego de las identidades: entrando como una persona desconocida en la comunidad que ya me había aceptado, y de hecho siendo fiel al mismo comportamiento por el que se me aceptó la primera vez -de todos modos no podría tener otro, no tengo tripas para eso-, ¿se me aceptará nuevamente? ¿Volveré a hacer las mismas amistades (y enemistades)? ¿Acabaré teniendo el mismo rol? De hecho ya he empezado, pero de momento no puedo aspirar más que a pasar de puntillas por la típica y suspicaz "iniciación" en la que el mínimo movimiento en falso te puede hacer ganar la siempre generosamente repartida etiqueta de "troll".
También lamento tener que deshacerme de algunas viejas cuentas, pero cuando yo hago "borrón y cuenta nueva"... lo hago a conciencia. Eso sí, no publicaré este artículo (ni el siguiente, que en realidad ya había publicado) porque los considero excesivamente irrelevantes salvo para quien tenga la santa paciencia de leer más allá del tercero, con el que había pensado inaugurar este nuevo weblog.
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